Boloña Jr.

Continuador del legado de su padre, tras heredar el negocio y los permisos para su explotación comercial, José Severino Boloña mostró igual celo por mantener el prestigio del que ya gozaba el taller de impresión de su progenitor en el ámbito gráfico habanero. (Ver artículo «Esteban José Boloña, cuarenta años como impresor»)

Merecedor del calificativo de “mejor impresor de la isla” en las primeras décadas del siglo XIX, no es hasta 1819 que por primera vez aparece su nombre asociado a un impreso. José Severino, que era además un hombre de letras, siguió fabricando el barniz de sus tintas, tal y como hizo su padre, mientras que otros impresores lo importaban. Continuó la tradición de ofrecer a sus clientes la impresión de grabados en metal, de la que después con tanto acierto, haría derroche.

Su imprenta tuvo el mérito de publicar el primer periódico, precursor del feminismo en la Isla: La Muger Constitucional, durante el segundo período constitucional de la Colonia (1820-1823). En 1828 es nombrado Impresor de Ingenieros; al año siguiente de la Casa Real y Patrimonio, y cuatro años más tarde de la Real y Pontificia Universidad de San Gerónimo de La Habana.

El 26 de septiembre de 1832 edita en su taller: Oración fúnebre del excelentísimo señor D. Juan José́ Díaz de Espada y Landa, obispo de esta diócesis, pronunciada en la Santa Iglesia Catedral, por Don Manuel Oliva; folio de 52 páginas. Su taller mantuvo vínculos con algunas de las publicaciones representativas de la época. Entre ellas, uno de los números de la Revista Bimestre Cubana y los libros Colección de Poesías arregladas por un aficionado a las Musas e Historia de la Casa de Maternidad de esta ciudad, ambas de 1833.

Por último renueva la imprenta, para lo que «hace venir todo con especial encargo de España, Francia y los Estados Unidos de América», dejando preparada la escena para la aparición de la obra que más ha trascendido de este impresor: Muestras de los caracteres de letras de la Imprenta de Marina de la propiedad de Don José Severino Boloña establecida en la casa número noventa y cinco calle de Villegas 1836.

Este hermoso volumen presentaba una gran variedad de tipos de impresión: letras especiales, caladas, floreadas y de caprichosos adornos;  pero la verdadera riqueza del Muestrario recae en las viñetas, verdaderas obras de arte, utilizadas para embellecer o adornar una página o una cubierta de libro, desde paisajes enteros hasta figuras humanas exquisitamente dibujadas.

 Fue muy popular en su época,  a tal  punto que en la introducción al Muestrario había dicho Boloña: «De la imprenta al arte extraño, es un milagro a fe mía: más imprime ella en un día que se escribe en todo el año».

Ejemplo de un gran maestro impresor, hombre instruido, aficionado a la poesía, redactor elegante en quien se mezclaban el artista y el hombre de negocios; el poeta y escritor. Eliseo Diego llamó al muestrario: «Libro de las Maravillas de Boloña».

Falleció en La Habana en 1852.