Rafael Blanco Estera. Foto tomada de Internet

Rafael Blanco Estera: precursor del movimiento de Arte Nuevo

Autora: Ivón Muñoz Fernández.

Su obra se caracteriza por una modernidad renovadora en los dos primeros decenios del siglo XX, por lo que es considerado una figura precursora del movimiento de arte nuevo que se desarrolla a partir del segundo lustro de los años 20 en Cuba.

Vida y Obra

Rafael Blanco Estera nació el 1 de diciembre de 1885 en La Habana.  Estudia en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, entre 1902 y 1905.  En 1906 comienza a colaborar con la prestigiosa revista El Fígaro. Y no solo con El Fígaro, a lo largo de su vida colaborará asiduamente con la prensa más destacada del país: La DiscusiónAvanceEl MundoDiario de la Marina, ActualidadesAzul y RojoCartelesChicEl Heraldo de CubaLetrasRevista de Avance Smart entre otras.

Su principal estilo es la forma impresionista del toque y la mancha armónica del conjunto. Sus temas preferidos son de enfoque socialista o político, dejándose ver una filosofía sugestiva en los títulos de sus obras a color y en los dibujos.

Su primera exposición personal en el Ateneo y Círculo de La Habana, en 1912, fue un suceso cultural que marcó el preludio renovador de las artes plásticas cubanas, su amplia producción artística que abarca pintura, dibujo humorístico y caricatura, aspecto donde destacará sobremanera; se caracterizó por la crítica aguda e intensa del contexto social cubano de estas dos primeras décadas del siglo XX. Su signo distintivo, la frescura de su obra que preludia los cambios que en artes plásticas se producirán en la segunda mitad de los años veinte.

A la exposición de 1912, seguirán varias muestras tanto colectivas como personales en las que ganará varios premios:  en el Ayuntamiento de La Habana, (1914); segundo y tercer premios en el Concurso Anual de Escultura, de la Academia Nacional de Artes y Letras, (1916); Concurso de carteles organizado y propiciado por la revista La Ilustración, siete premios, entre ellos el primero (1917); Ciento cincuenta caricaturas en la Academia Nacional de Artes y Letras (1914) y en El Ateneo de La Habana (1915).

Autocaricatura, 1913. Foto tomada de Internet

De izquierda a derecha Salvador Cisneros Betancourt (Marqués de Santa Lucía), el general Enrique Loynaz y del Castillo y el doctor José Luis Castellanos, El Ateneo de La Habana, 1915. Foto tomada de Internet

En 1918, se le otorga una beca para ampliar sus estudios en el extranjero. De regreso en su patria, entró de lleno en un periodo de gran actividad creativa, consolidando su fama con sus diseños y caricaturas, e inaugurando junto a Conrado W. Massaguer, el primer Salón de Humoristas en 1921.

Otras exposiciones suyas son: Ochenta dibujos humorísticos, en la Secretaría de Estado (1926); Colección Satírica en el Lyceum de La Habana (1932); en el Círculo de bellas Artes, Ciento uno dibujos humorísticos (1941); nuevamente en el Círculo de bellas Artes, Ciento once dibujos humorísticos (1943).

Supo retratar con dos manchas y cinco trazos fundamentales, presentando al individuo tal como es, sin embellecerlo, sin evitar el gesto risible; es el revolucionario del humorismo en Cuba. Por lo tanto, no es de extrañar que obtuviera diversos reconocimientos en este género: Medalla de Honor en el V Salón de Humoristas (1925); Medalla de Oro en la Exposición Iberoamericana en Sevilla, España, (1930) y segundo premio, otorgado

por méritos de una ágil y briosa y bella caricatura”

como alegó el jurado que presidió el XVII Salón de Humoristas (1951). Otras de sus pasiones fue el ajedrez, convirtiéndose con el tiempo en un fuerte jugador, hasta el punto de proclamarse tres veces campeón de Cuba, en 1914, 1920 y 1937, además de formar parte del equipo cubano que, capitaneado por José Raúl Capablanca, participó en las Olimpiadas de 1939 en Buenos Aires.

En 1906, cuando Rafael Blanco era aún estudiante en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, realizó una caricatura del ajedrecista Emanuel Lasker (1868-1941). Se publicó el 4 de marzo del mismo año en la revista El Fígaro con el título: «Caricatura del maestro Lasker por el joven aficionado de ajedrez, señor Rafael Blanco«.

En 1912, y también en El Fígaro, Blanco Estera publica otra viñeta de tema ajedrecístico titulada: «Una partida de ajedrez entre Paredes y Corzo«. Los contendientes son dos notables del ajedrez cubano de la época. A la izquierda León Paredes, directivo del Club de Ajedrez de La Habana. A la derecha, Juan Corzo, cinco veces campeón de Cuba.

Obras de este artista se encuentran formando parte de las colecciones del Museo Nacional de Bellas Artes, Cuba.

Fallece en La Habana, el 4 de agosto de 1955.

Dibujo, tinta a la aguada sobre papel. Rafael Blanco Estera. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto tomada de Internet

La barca de Caronte, óleo sobre tela, Rafael Blanco Estera. Museo Nacional de Bellas Artes. Foto tomada de Internet

La obra de Rafael Blanco Estera constituye un capítulo en la historia del Arte Cubano y de un valor insuperable como documento humano, como historia cubana

Bibliografía

Cruz Díaz, Ursulina: Diccionario Biográfico de las Artes Plásticas. Tomo II. Editorial Adagio, Centro Nacional de Escuelas de Arte, La Habana, 2007, p. 50

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