Jaime Valls: Ilustre representante de las Artes Gráficas en Cuba
Autora: Ivón Muñoz Fernández
Entre los excelentes diseñadores gráficos que tuvo nuestro país en la primera mitad del siglo XX, Jaime Valls ocupa un lugar distinguido. Su obra como artista gráfico, caricaturista, dibujante y grabador fue de las más abundantes y originales, permeada por la amplia variedad de estilos que confluyeron entre las décadas de 1920 y 1940.
Vida y Obra
Jaime Valls y Díaz, nació en Tarragona, Cataluña, España, el 23 de febrero de 1883. A los doce años comenzó estudios de escultura en Barcelona, tras lo cual pasó a recibir clases en los talleres Gassó, en esa misma ciudad, bajo la tutela del reconocido pintor Apeles Mestres (1854-1936).
Con dieciocho años de edad llega a La Habana junto a sus padres y hermanas e inicia una brillante carrera de artista gráfico e ilustrador. Los primeros dibujos de Valls se publicaron en la Revista El Fígaro, y más tarde ilustró libros de texto dedicados a las Escuelas Públicas. Se da a conocer en un concurso de carteles, celebrado en el año 1903, donde obtuvo el primer premio.
Su carrera profesional fue impulsada gracias al financiamiento de la empresa de jabones y perfumes Crusellas, para los que diseñó un escudo en relieve, poseedor de una elegancia sorprendente (1904). Valls no superaría la contradicción entre arte e industria predominante en el escudo, no obstante, éste se convertiría en portada de las mejores revistas de la época; además de participar en la exposición de Saint Louis, EE.UU.
Si bien en un principio sus oficios como dibujante son concertados por diversas agencias anunciadoras, ya en 1908 crea su propio buró Propagandas Artísticas Jaime Valls, que después cambiará el nombre por Estudios Valls, nombre con el que firmaría todas sus propuestas artísticas. Su taller se convertiría en centro de reuniones de la juventud artística y literaria de entonces.

Jaime Valls en su estudio. Foto tomada de Internet
Su trabajo pasa de la escultura a la cartelística, el periodismo gráfico y la naciente propaganda ilustrada, realizando una serie de ilustraciones de libros para La Moderna Poesía. Con su labor como cartelista obtiene el primer gran premio en el concurso de carteles organizado por la Sociedad de Fomento del Teatro en el año 1910 y en la Exposición Nacional Agricultura, Industria, Artes y Labores de la Mujer (1911).

“Los “affiches” de Jaime Valls poseen la expresiva sencillez que caracteriza el procedimiento de los cartelistas alemanes. Ha estudiado ese arte. Ha comprendido e interpretado sus reglas. Y en Cuba es actualmente el único artista que verdaderamente lo domina”, François G. de Cisneros (1877-?) periodista cubano Foto tomada de Internet
Posteriormente, para la segunda mitad de la década, con la entrada de Cuba a la Primera Guerra Mundial como aliada de Estados Unidos, se dedicó junto a otros artistas al diseño de carteles para el reclutamiento militar. Desde el punto de vista social, Jaime se encuentra en la cúspide. Sus obras son requeridas por las revistas más conocidas de la época: La Discusión, Carteles, Social, El Fígaro. Esta última se hace responsable de la publicación de algunos de sus dibujos y caricaturas de destacadas personalidades de la sociedad.
Desde las páginas del periódico Cuba, un cronista lo señala: “No hay una sola revista ni un solo diario capitalino en que no figuren dibujos del popular artista, sobre todo, los que él titula “dibujos industriales”, que son los que ilustran anuncios”.

Serie costumbrista realizada por Valls para promocionar la cerveza Tropical en los años 20 del siglo pasado. Foto tomada de Internet
Como preludio a la lucha contra la tiranía de Gerardo Machado, se integró al Grupo Minorista en 1924, convirtiendo su estudio en albergue para muchos de los jóvenes revolucionarios.
Uno de los años más significativos para Valls fue 1927, pues le es otorgada la nacionalidad cubana. Ese mismo año viaja a París junto al pintor y artista gráfico Eduardo Abela. Su acercamiento a las vanguardias artísticas más desarrolladas en Europa fue significativo, transformando de modo radical sus ideas estéticas.
Regresaría a la Isla con las impresiones propias de un artista maduro, y el interés de redireccionar su obra hacia un plano no tocado por sus contemporáneos; el descubrimiento del llamado “color local” a través del movimiento. Trabajó una variante del criollismo enfocada en la población mestiza y los estratos más bajos de la pirámide social. En el plano formal, su obra destaca por el uso de una línea vigorosa y sensual, sobre todo en el tratamiento de la figura femenina. De ello da fe su serie Rumberas, que revolucionó el arte gráfico de su época, escandalizando a algunos. Para muchos no fue más que otra creación. Valls desmitifica el horror y la fealdad; él era su propio cliente. Creaba para expresar, no para vender, y eso lo convirtió en un magnífico artista.

Serie Rumberas. Foto tomada de Internet
Jaime Valls renueva y vivifica las artes gráficas cubanas, que vivían un atraso de cincuenta años. Junto a Rafael Blanco y Conrado W. Massaguer, forma la trilogía que se encargará de desbrozar a la caricatura de “landaluzismos” coloniales que persistían en los dibujos de Ricardo de la Torriente y sus colaboradores de La Política Cómica.
Aunque fue Conrado W. Massaguer el primer cartelista cubano, Valls pronto lo supera en intención y grafismo: llega a dominar la técnica al punto que, solo los más recientes cartelistas cubanos lo han superado con procedimientos y concepciones más acordes con la época. Como caricaturista político no logró más que renovar su grafismo, aunque creó a Liborito, contraparte lampiña del barbado e ingenuo Liborio de Ricardo de la Torriente.
En la caricatura personal brilla a veces a la altura de Blanco y Massaguer, aunque sin la acritud del primero ni el enfoque psicológico del segundo. Con rasgos definidos, precisos, fijó con facilidad el espíritu de los personajes que caricaturizó.

Caricatura de Manuel Sanguily para El Fígaro, 1920. Foto tomada de Internet
En 1930 presenta su primera y única exposición personal. Exposición de dibujos de tipos populares y costumbres afrocubanas, en los Salones de la Asociación de la Prensa, La Habana. La exposición lo reafirmó, junto a Eduardo Abela y Antonio Gattorno como uno de los máximos exponentes del arte moderno en Cuba. Además participó en muestras colectivas como: Salón de Bellas Artes, Asociación de Pintores y Escultores, 1927.

Mujer y elefante (1934), Óleo/ tela 57 x 30 cm. Foto tomada de Internet
Para ese entonces, ya las artes en Cuba lo consideraban como un hijo autóctono. Su estudio se había convertido en un santuario en el que no solo estaban las obras del propio artista, sino que se constituía como un centro de reunión donde confluían la literatura, la música y hasta los temas del acontecer político. Ese mismo año, Valls creaba el cartel para la recaudación de fondos del monumento al soldado invasor en Mantua, Pinar del Río, cuya develación tuvo lugar cinco años más tarde.
Trabajó con constancia y absoluta libertad, muchas veces creando para sí mismo y no para el mercado. Su estudio recibe numerosos premios, reconocimientos y una medalla de oro por los trabajos de publicidad realizados.
Su salud comienza a deteriorarse para 1941, cuando se fractura la cadera. No volvería a trabajar más. Su vida se prolonga hasta el año 1955, cuando fallece a causa de Parkinson. Enfermo, se alejó de la vida pública, hasta su fallecimiento en La Habana, el 31 de octubre de 1955.
Jaime Valls fue un artista de referencia entre sus contemporáneos, como lo ha sido también para las generaciones de diseñadores cubanos, que han estudiado y admirado su obra en su justa dimensión.
BIBLIOGRAFÍA:
Jaime Valls reaparece en La Habana/ La Jiribilla/artículo de Magda Iris Chirolde López/ 18-12-2029
https://www.bellasartes.co.cu/artistas/jaime-valls
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