El primer best-seller cubano
En 1855 ve la luz un poemario singular: Cantos del Siboney, obra del poeta bayamés José Fornaris y Luque (1827-1890). Publicado por la imprenta de El Tiempo, se vendieron miles de ejemplares en todo el país en menos de dos años y se hicieron cinco ediciones entre 1856 y 1863, una verdadera proeza editorial.
Cantos del Siboney se inscribe dentro de la poesía siboneísta, género que surgió en la lírica cubana alrededor de 1850. En ella se evocaba esa raza aborigen (cruelmente exterminada por los colonizadores españoles), en un empeño por identificar lo siboney como símbolo de lo nativo, de lo propiamente cubano, con una evidente intención patriótica y revolucionaria. José Fornaris fue uno de los principales cultivadores del género.
El texto provocó la suspicacia del régimen colonial, ocasionando que el Capitán General, José Gutiérrez de la Concha, citara al poeta a Palacio: ´´Lo he mandado a llamar a usted´´ le dijo el general sin más preámbulo ´´para advertirle que si desea continuar escribiendo sobre siboneyes vaya a hacerlo a los Estados Unidos. Aquí somos españoles y no indios, ¿está usted?, todos españoles”. El libro se publicó meses después del movimiento encabezado por Ramón Pintó, que fue reprimido ferozmente por el ejército colonial. No extraña que, dentro del código cifrado de la época, el poemario fuera leído como un alegato político.
A través de los siboneyes, José Fornaris logró expresar el espíritu de rebeldía latente en Cuba. En el prólogo a la última edición de sus poesías, en 1888, el propio autor atribuye el éxito de los Cantos del Siboney a su simbolismo político: «Para los lectores, los indios siboneyes representaban a los cubanos oprimidos y los indios caribes a los injustos opresores«.
El Dr. Raimundo Cabrera, en 1891, valoró justamente la obra de Fornaris: «Para los que escriben hoy al amparo de la libertad de prensa, no significan nada los Cantos del Siboney, para los que vivieron bajo el terror de aquella época, o la han estudiado, esos y otros cantos eran los lamentos con que el pueblo que los aprendía de memoria exhalaba sus penas y se enardecía comprendiendo su desgraciada situación política. José Fornaris y otros trovadores tendrán siempre la gloria de haber figurado entre los más populares autores de un pueblo esclavo«.