Francisco Seguí, ícono de la tipografía del siglo XVIII
Sucesor de Blas de Los Olivos al frente de la imprenta de la Capitanía General, Francisco Seguí desarrolló una importante labor como impresor.
Natural de Mallorca, España, seguí trabajó ininterrumpidamente como tipógrafo desde 1777 hasta 1805. De su imprenta vieron la luz las primeras obras de carácter científico en Cuba. Quizás la más reconocida sea, Descripción de diferentes piezas de historia natural las más del ramo marítimo, representadas en setenta y cinco láminas, conocida corrientemente como El libro de los peces y de la autoría del naturalista portugués Antonio de la Parra. Considerada una joya histórica y bibliográfica, es un texto de incalculable valor, impreso en 1787, con letras grandes, claras y legibles, con 195 páginas, índice y fe de erratas, buen papel, excelente encuadernación y 73 bellas ilustraciones iluminadas, lo que habla favorablemente del excelente trabajo tipográfico desarrollado por Seguí.
También se encargó de la impresión de importantes publicaciones periodísticas, como la Guía de Forasteros en 1781, compendio sobre el país y a la que el sabio alemán Alejandro de Humboldt la consideraba ´´un Almanaque Estadístico mucho mejor redactado que los que se publican en Europa´´. Y la edición de una nueva Gazeta de La Havana, de escasa duración como su antecesora.
Su imprenta estuvo a disposición de la Sociedad Económica de Amigos del País, institución creada con el fin de apoyar el crecimiento de la economía, la cultura, la educación y la sociedad en la Isla. En 1793 imprime los Estatutos de la Sociedad Patriótica de la Havana-Aprobados por S. M., texto encaminado a promover además de la ciencia, la industria y la educación. Publica en los siguientes años folletos orientados a motivar el uso de la ciencia en la agricultura y las novedades en la medicina, en esta última destaca la impresión del texto: Disertación sobre la fiebre maligna vulgarmente llamada Vómito Negro, enfermedad endémica de las Indias Occidentales, por el doctor Tomás Romay (1764-1849) precursor del uso de la vacuna en Cuba.
Considerado el mejor tipógrafo del siglo XVIII, falleció en La Habana en 1805 a los setenta y dos años.