Bonifacio Byrne: El poeta de la bandera.
Autora: Ivón Muñoz Fernández
Bonifacio Byrne, fue un poeta, dramaturgo y periodista cubano, conocido principalmente por sus poemas de exaltación independentista, en contra de la metrópoli española y la ocupación norteamericana de nuestra isla.
Vida y Obra
Bonifacio Byrne, nace el 3 de marzo de 1861 en Matanzas. Hijo de Bonifacio Byrne Sardiñas y María Gertrudis Puñales, y al que bautizaron como Bonifacio Medin en la Iglesia de San Juan Bautista. Asistió al colegio El Porvenir del reconocido pedagogo matancero Antonio Luis Moreno (1843-1906) y del también maestro, poeta y periodista Nicanor Arístides González (1844-1898). Muy pequeño comienza a ver obras de teatro y en la adolescencia empieza a frecuentar el Círculo Literario de su ciudad natal. Ello motivó su afición por la escritura. En 1877, apareció en La primavera, periódico científico, artístico y literario, su primera poesía publicada, Nocturno. En 1890, fundó junto a su amigo, el poeta y periodista, Manuel de los Santos Carballo (1855-1898) el periódico La Mañana y luego, con Gumersindo Moreno, La Juventud Liberal.
En 1893 publicó su primer cuaderno de poemas Excéntricas, elogiado por el extraordinario bardo cubano Julián del Casal. Del Casal lo llamó:
“el primer poeta de su generación”; “por su elevada fantasía”, “por su exquisita sensibilidad”y porque había “interrumpido el tono monótono de la poesía cubana, lanzando en ella una nota nueva, extraña y original.”
Después de un período juvenil hacia la poesía modernista, su obra se encaminó hacia una lírica de compromiso con la causa libertaria y de condena al colonialismo, convirtiéndole, en el intérprete de los entusiasmos y agonías del pueblo cubano en la lucha contra la corona española. Al periódico La Independencia, de circulación clandestina, envió un texto en el que decía:
“Soy un patriota. Los gobernantes españoles no me conocen ni saben el conspirador que tienen en la Isla”.
El 29 de enero de 1896, tuvo que partir hacia Tampa, Estados Unidos, porque las autoridades españolas lo identificaron como el autor de un soneto que había estado circulando inmediatamente después del fusilamiento del patriota Domingo Mujica y Carratalá (1865-1895), primer mártir de la Guerra de 1895 en Matanzas, capturado y fusilado por ejército español, el 20 de agosto de 1895.
Durante su estancia en esa ciudad, se desempeñó como lector de tabaquería y escribió para varias publicaciones de la época como Patria, El Porvenir y El Expedicionario. En el destierro, desplegó una ardua labor separatista, y fundó el Club Revolucionario, del cual fue secretario.
Bonifacio Byrne en su juventud. Foto tomada de Internet
En 1897 publica Efigies. Sonetos patrióticos. También en su posterior colección, Poesías (1903) mantiene la misma línea creativa de poesía patriótica. Byrne escribió sonetos para honrar a los héroes de la Independencia: Antonio Maceo, Bernabé Varona, Serafín Sánchez; le cantó a los emigrados, al paisaje patrio, al sacrificio de la guerra liberadora:
“Tanta preciosa sangre derramada”
y ausente de la patria, clamó:
“Me ilumina la Fe como un lucero… / Si ves ¡oh patria! que me tardo, sabe / que en ti pensando he de morir, si muero”.
Defendió con fervor sus raíces culturales y las causa de los desfavorecidos, de lo que son ejemplo los poemas Nuestro idioma y El sueño del esclavo. El escritor, diplomático y editor venezolano Rufino Blanco-Fombona (1874-1944), señaló en su momento que
“Byrne había inaugurado en América un género especial de arte; el arte de cantar la guerra sin cañones”.
Tarjetas postales dedicadas por Bonifacio Byrne. Foto tomada de Internet
Con estos cuadernos de poemas, como señaló mucho después el poeta cubano José Lezama Lima, Byrne llegó a convertirse en
“el poeta de la revolución, en el cantor del separatismo”.
Son cantos a los héroes, a los mártires y a la gesta emancipadora.
Su producción literaria comprende también las obras dramáticas: El anónimo (1905), Varón en la puerta (1905), El legado (1908), El espíritu de Martí (1908) y Rayo de sol (1911), algunas de las cuales llegaron a publicarse. Dejó en preparación la novela Hijas y yernos, el libro de cuentos Letra menuda y la colección de poemas Voces del alma.
Byrne era socio correspondiente de la Academia Nacional de Artes y Letras. Fue secretario del Gobierno Provincial de Matanzas y de la Superintendencia Provincial de Escuelas. En 1909, fundó el periódico El Yucayo. Colaboró en La Primavera, El Ateneo, Diario de Matanzas, El Fígaro y La Discusión.
En medio del camino. Poesías, su último poemario publicado. Foto tomada de Internet
En 1915 le es otorgada la condición de Hijo Ilustre de Matanzas, y al año siguiente, obtiene el Premio en los Juegos Florales, de Sancti-Spíritus. En la edición Nº 67 de la Revista Literaria Ilustrada Soñada de Julio de 1916, en el artículo La prensa y Byrne donde se recogen artículos y reseñas publicados sobre este premio, aparece el siguiente comentario:
“…Nuevo triunfo de Byrne. Ayer recibimos la grata noticia de que, en los Juegos Florales, iniciados por la importante revista Soñada, que se edita en Sancti-Spíritus, el omnipotente Jurado que juzgó las distintas composiciones presentadas, haciendo justicia al mérito, había adjudicado el premio de la Flor Natural a la poesía titulada El poema de la Aguja cuyo autor es nuestro laureado poeta matancero señor Bonifacio Byrne, Director de nuestro estimado colega local “Yucayo” … No nos sorprende por cierto la alta distinción que se otorga a Byrne, por cuanto en distintas ocasiones lo ha demostrado y con justicia ostenta el título de primer poeta de nuestra República…”
El Senado de la República, haciéndose eco del clamor popular, reconoció públicamente, su brillante hoja de servicios como patriota y sus sobrados méritos como escritor; y en sesión solemne, lo declaró como Poeta Nacional de Cuba en 1919.
Obtiene otro premio en su ciudad natal en 1934 y al año siguiente es miembro fundador junto a otros intelectuales matanceros del grupo Índice. Esta agrupación de carácter cultural, estaba encaminada a rescatar el esplendor espiritual que otrora gozara Matanzas.
Falleció, el 5 de julio de 1936 en su Matanzas querida. Tuvo un entierro sencillo, tal y como lo había pedido en su poema Mi voluntad:
(…) “si alguno quisiera/ grato hacerme aquel asilo, / que coloque mi bandera/ con patriótico sigilo/ sobre mi cruz de madera/ y así dormiré tranquilo”.
Selección de poemas
Analogías
Existe un misterioso sacramento
entre la mano, el bálsamo y la herida,
entre el lúgubre adiós de la partida
y las secretas ráfagas del viento.
Hay un lazo entre el sol y el firmamento;
e igual excelsitud, indefinida,
entre el ave, en el aire suspendida,
y el acto de nacer el pensamiento.
Hay un nexo entre el ósculo y el trino,
entre la copa, el labio y la fragancia
que se desprende de un licor divino.
Y hay una milagrosa consonancia
entre el árbol y el surco del camino
y el mensaje de amor y la distancia.
Harén de estrellas
Del mar vecino hasta la margen llego
y lanzándome en alas de la mente,
antes de que se extinga el sol poniente,
monto de un salto en su corcel de fuego.
Evoluciono en el espacio…. Luego
cruzo como un relámpago el ambiente,
las águilas contemplo frente a frente
y mi bandera en el azul despliego…
Escribo un madrigal en una nube,
y, al ver que exangüe, mi corcel no sube
al asilo en que mueren las querellas,
un alcázar fabrico en un celaje,
y cada vez que vuelvo de ese viaje
torno feliz con un harén de estrellas.
Al volver de distante ribera…
El 4 de enero de 1899, luego de concluida la guerra hispano-cubano-norteamericana, Byrne regresó a Cuba, a bordo del vapor Mascotte. Al acercarse a la farola del Morro el vapor que lo traía de regreso a su patria luego del exilio en EE.UU., el poeta contempló, ondeando junto a su bandera, la enseña estadounidense, símbolo de la ocupación norteamericana. Esta imagen le hizo vislumbrar el futuro incierto de la Patria ocupada.
Vapor Mascotte entrando a La Habana. Foto tomada de Internet
Ese mismo día, en la casa marcada con el número 9 de la calle Jesús María, de Guanabacoa, escribió su célebre poema Mi Bandera, que no se publicó hasta el 5 de mayo de ese año en el periódico matancero de Cuba.
En diez cuartetas el bardo expresó su amor por la enseña nacional, reconocida como tal desde 1868 por la Asamblea de Guáimaro. Además, versificó el desencanto y frustración de muchos cubanos por el desenlace de la guerra independentista. No solo describe la situación que lo embarga, sino que proclama lo que considera la salida más digna,
“no pueden flotar dos banderas/ donde basta con una: la mía”.
Y denota, como indigna, la de los cubanos que no la significan sagrada:
“¡Al cubano que en ella no crea/ se le debe azotar por cobarde!
El sujeto lírico habla por los sobrevivientes y por los mártires, por los que abonaron con su sangre los llanos de las islas y por los que contribuyeron, desde las gélidas riberas del Norte, al financiamiento de la guerra necesaria.
Todas las versiones y reproducciones del poema de Byrne que hoy se conocen, proceden del libro Lira y Espada, poemario publicado en La Habana en 1901 por la tipografía de El Fígaro, con prólogo del escritor Nicolás Heredia (1855-1901).
Sin embargo, el 23 de julio de 1899, en el número 24 del periódico literario de Manzanillo El Álbum, dirigido por Manuel Estrada y Estrada, Imprenta El Nuevo Régimen, se publicó el poema Mi Bandera de Bonifacio Byrne dedicado a su coterráneo el General Pedro Betancourt. Demostrando que no es en Lira y Espada, donde aparece por primera vez el poema con el que Bonifacio Byrne será recordado en la historia de las letras cubanas.
Entre la publicación en el periódico y el libro se evidencian las modificaciones que sufrió el poema por parte de su creador en aras de una perfección estilística y/o clarificación conceptual e ideológica.
Mucho tiempo ha transcurrido desde entonces, pero la voz de Byrne parece continuar vibrando con renovada energía en esas diez cuartetas. que sintetizaban la posición más radical de cubanos de aquel entonces con respecto al neocolonialismo yanqui que ensombrecía la soberanía de la Isla.
A la par de su tristeza y frustración, Byrne también iza simbólicamente junto a la enseña patria su convencimiento de lo inaceptable de tal situación, el mismo que hoy los cubanos convencidos continúan haciendo ondear en su decir y actuar, porque,
“no pueden flotar dos banderas/ donde basta con una: la mía”.
BIBLIOGRAFÍA:
Diccionario de Literatura Cubana.
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